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Biblia Dios Habla Hoy
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33
|Esdras 8:33|
Al cuarto día se pesó la plata, el oro y los utensilios en el templo de nuestro Dios, y se entregó todo al sacerdote Meremot, hijo de Urías. Con él estaban Eleazar, hijo de Finees, y los levitas Jozabad, hijo de Josué, y Noadías, hijo de Binuy.
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34
|Esdras 8:34|
Aquel mismo día se pesó y contó todo, y se tomó nota de la carga.
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35
|Esdras 8:35|
Después, los desterrados que volvieron del exilio entregaron para los holocaustos al Dios de Israel, y en nombre de todos los israelitas, doce becerros, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos y doce chivos para la ofrenda por el pecado. Todos fueron quemados en honor del Señor.
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36
|Esdras 8:36|
Luego entregaron la orden del rey a las autoridades del reino y a los gobernadores de la provincia al oeste del río Éufrates, los cuales apoyaron al pueblo y al templo de Dios.
- Pecado del pueblo y oración de Esdras
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1
|Esdras 9:1|
Cuando aquello se terminó, los jefes se acercaron a mí para decirme: «Los israelitas, incluidos los sacerdotes y los levitas, no se han mantenido apartados de la gente del país, es decir, de los cananeos, hititas, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos, a pesar de sus odiosas costumbres paganas.
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2
|Esdras 9:2|
Ellos y sus hijos se han casado con las hijas de esa gente; por lo tanto, el pueblo de Dios se ha mezclado con la gente de otros pueblos. Y los primeros en cometer este pecado han sido los jefes y gobernantes.»
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3
|Esdras 9:3|
Al escuchar esta noticia, me rasgué la ropa, me arranqué los pelos y la barba en señal de dolor, y me senté completamente deprimido.
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4
|Esdras 9:4|
Todos los que temían el castigo del Dios de Israel por causa del pecado de los que habían vuelto del destierro, se unieron a mí; pero yo seguí sentado y deprimido hasta la hora del sacrificio de la tarde.
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5
|Esdras 9:5|
A esa hora me recuperé de mi depresión y, todavía con la ropa rasgada, comencé a orar al Señor mi Dios,
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6
|Esdras 9:6|
diciendo: «Dios mío, Dios mío, me siento tan avergonzado y confundido que no sé cómo dirigirme a ti. Nuestras faltas han sobrepasado el límite, y nuestras culpas llegan hasta el cielo.
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