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Reina Valera (1960) -
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1
|Daniel 7:1|
En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto.
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2
|Daniel 7:2|
Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar.
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3
|Daniel 7:3|
Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar.
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4
|Daniel 7:4|
La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre.
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5
|Daniel 7:5|
Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne.
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6
|Daniel 7:6|
Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio.
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7
|Daniel 7:7|
Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos.
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8
|Daniel 7:8|
Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas.
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9
|Daniel 7:9|
Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.
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10
|Daniel 7:10|
Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.
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Sugestões

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05 de Dezembro LAB 705
COLOSSENSES
Colossenses
De acordo com o Seventh Day Adventist Dictionary, “Kolossai” era uma cidade da Ásia Menor, a sudoeste da Frígia, no rio Lycus, não muito longe do local onde o rio desagua no Maeander. Situando-se a 17.5 km de Laodiceia e a 21 km de Hierápolis, encontrando-se, originalmente, na grande rota comercial que partia de Éfeso, via Magnésia, Colosso e Tarso, terminando na Síria.
Colosso é mencionada por Herodoto e Xenofonte como sendo uma cidade grande e rica. Devia a sua riqueza principalmente à lã e à tinta violeta, chamada colossinus, que aí se produzia. Quando a rota comercial mudou, Colosso entrou em declínio. Podem ainda ser vistas algumas ruínas de Colosso perto da aldeia de Honaz. A população do tempo do Novo Testamento era composta principalmente por frígios, gregos e judeus, embora predominassem os frígios.
A igreja cristã dos colossenses provavelmente tenha sido fundada por Epafras (1:7). Mais tarde, um certo Arquipo passou a ser o seu líder (4:17; Filemon 2). Nos tempos de Paulo, parece que as reuniões eram realizadas na casa de Filemon, o dono de Onésimo, escravo fugitivo convertido por Paulo em Roma e que, mais tarde, voltou para o seu dono (4:10-12). A leitura de hoje, é a carta que Paulo escreveu à igreja desta cidade.
Nesta carta, o apóstolo aconselhou, não somente aos colossenses, mas a todos os cristãos, inclusive a nós, quanto à importância dos relacionamentos cristãos. O cristão precisa ter um autêntico relacionamento com Cristo. É também importante ao cristão, relacionar-se bem com os outros cristãos. E você encontra esta ênfase em toda esta carta. O próprio autor da carta já a introduz com esta preocupação para consigo mesmo, na maneira que introduz o prefácio, com uma saudação. Em seguida, em sua ação de graças, ele lembra a todos os crentes sobre a dependência de Deus, Aquele que deve ser o nosso amigo mais íntimo.
Na esfera cristã, relacionar-se não é somente conversar uns com os outros, mas também pelos outros. Como assim? Conversando com Deus sobre os outros cristãos, orando por eles. Ao interceder-se com eles, você estará relacionando-se com Deus, e com eles.
A excelência da pessoa e da obra de Cristo consiste no fato de que Ele nos libertou do império das trevas e nos transportou para o seu reino de amor. Ele quer-nos sempre junto a Ele. Resta-nos portanto, progredirmos espiritualmente, cuidarmos para não sermos contaminados por heresias, cultivarmos as virtudes cristãs, sermos obedientes, abandonarmos os vícios, cumprirmos com nossos deveres familiares, sermos prudentes, e confiarmos que a graça de Cristo completará o restante.
Pois afinal, não é por estes caprichos, mas por Sua graça, que somos salvos.
Valdeci Júnior
Fátima Silva