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Nueva Versión Internacional
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|Romanos 8:15|
Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «
¡Abba! ¡Padre!»
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|Romanos 8:16|
El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.
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|Romanos 8:17|
Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues, si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.
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|Romanos 8:18|
De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros.
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|Romanos 8:19|
La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios,
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|Romanos 8:20|
porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza
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|Romanos 8:21|
de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
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|Romanos 8:22|
Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto.
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|Romanos 8:23|
Y no solo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo.
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|Romanos 8:24|
Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
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Sugerencias
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