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Nueva Versión Internacional
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20
|Romanos 7:20|
Y, si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí.
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|Romanos 7:21|
Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal.
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|Romanos 7:22|
Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios;
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|Romanos 7:23|
pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo.
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|Romanos 7:24|
¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?
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|Romanos 7:25|
¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor! En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios, pero mi naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado.
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1
|Romanos 8:1|
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, 34
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|Romanos 8:2|
pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me 35 ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
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3
|Romanos 8:3|
En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, 36 para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana,
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4
|Romanos 8:4|
a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu.
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Sugerencias
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