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Leia por capítulosComentário sobre a Leitura Bíblica de Hoje
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Sagradas Escrituras (1569) -
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1
|2 Reis 23:1|
Entonces el rey envió, y juntaron a él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.
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2
|2 Reis 23:2|
Y subió el rey a la Casa del SEÑOR con todos los varones de Judá, y con todos los moradores de Jerusalén, con los sacerdotes y profetas y con todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande; y leyó, a oídos de todos, todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la Casa del SEÑOR.
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3
|2 Reis 23:3|
Y poniéndose el rey en pie junto a la columna, hizo alianza delante del SEÑOR, de que irían en pos del SEÑOR, y guardarían sus mandamientos, y sus testimonios, y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma, y que cumplirían las palabras de la alianza que estaban escritas en aquel libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto.
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4
|2 Reis 23:4|
Entonces mandó el rey al sumo sacerdote Hilcías, y a los sacerdotes de la segunda orden, y a los guardianes de la puerta, que sacasen del templo del SEÑOR todos los vasos que habían sido hechos para Baal, y para el bosque, y para toda la corte del cielo; y los quemó fuera de Jerusalén en el campo de Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a Bet-el.
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5
|2 Reis 23:5|
Y quitó a los camoreos, que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen incienso en los altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol, y a la luna, y a los signos, y a todo el ejército del cielo.
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6
|2 Reis 23:6|
Hizo también sacar la entalladura del bosque fuera de la Casa del SEÑOR, fuera de Jerusalén, al arroyo de Cedrón, y la quemó en el arroyo de Cedrón, y la tornó en polvo, y echó el polvo de ella sobre los sepulcros de los hijos del pueblo.
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7
|2 Reis 23:7|
Asimismo derribó las casas de los sodomitas que estaban en la Casa del SEÑOR, en las cuales tejían las mujeres pabellones para el bosque.
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8
|2 Reis 23:8|
E hizo venir todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y profanó los altos donde los sacerdotes quemaban incienso, desde Gabaa hasta Beerseba; y derribó los altares de las puertas y los que estaban a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad; y los que estaban a la mano izquierda, a la puerta de la ciudad.
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9
|2 Reis 23:9|
Pero los sacerdotes de los altos no subían al altar del SEÑOR en Jerusalén, mas comían panes sin levadura entre sus hermanos.
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10
|2 Reis 23:10|
Asimismo profanó a Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para que ninguno pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc.
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18 de novembro LAB 688
VENCER É POUCO
Romanos 08-10
Falando de futebol, o Brasil sempre foi o melhor do mundo. Sempre esteve no topo do ranking. Sempre teve a maior quantidade de títulos mundiais. Nenhum país já exportou tantos jogadores. Mas a quantidade de estrelas que a camisa verde e amarela sustentava parecia não fazer justiça aos méritos futebolísticos deste país. As pessoas não ficam olhando o currículo; só o resultado final; e como extrato que parecesse representar tudo para o mundo, o Brasil era apenas mais um, entre os três tri-campeões mundiais. Os 150 milhões de torcedores da terra do Pelé não se contentavam em saber que os outros dois concorrentes que ostentavam o mesmo título, com sua menoridade neste esporte, ofuscavam o brilho de quem sempre foi o melhor. O brasileiro almejava muito, ver o seu país segurar a taça de 1994; nem para o penta, nem para o hexa, houve tanta expectativa. A cada jogo, o país, as pessoas e até os corações paralisavam, no limite da goela.
A intensidade desta ansiedade coletiva aumentou no último jogo. Não porque os brasileiros temessem o adversário, mas porque se ele ganhasse, a injustiça se transformaria em sentença final: seria a Itália que, embora mais fraca, seguraria um título à frente do real dono da arte. Durante os 90 minutos, tudo parecia luto. O silêncio predominante, as pessoas reunidas e as mãos unidas, descreviam para o mundo o peso de importância que aquela finalização trazia para cada coração. Mas a duração da angústia prorrogou-se no fim das duas horas, com o resultado de empate. Quem era o campeão? Durante os 30 minutos de acréscimo os jogadores pareciam arrastar-se. “Parece que a cabeça manda, mas o corpo não vai”. “Não dá mais”, “Haja coração”. Lembra dessas frases?
Haja coração para ver um título, um campeonato, uma espera de 24 anos, irem de ralo abaixo numa tremida de pênalti; para alegrar-se com o gosto de ver a tarefa bem concluída; desfrutar do gosto de obter o melhor do mundo. Disparado na frente, muito mais que vencedor.
Mas é possível ir além da vitória, e ser mais que um vencedor? Este conceito é bíblico. Se Deus nos concedesse apenas títulos de vitoriosos, ficaria frustrado. O pódium é pequeno demais para o tamanho do sonho que Ele tem para o nosso sucesso, pois só cabe um de cada vez. Mas como ser um vencedor singular e destacado dividindo, ao mesmo tempo, este espaço com os concorrentes? Apenas no plano divino, é que “sabemos que Deus age em todas as coisas para o bem daqueles que o amam, dos que foram chamados de acordo com o seu propósito (Romanos 8:28)”.
Valdeci Júnior
Fátima Silva