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Leia por capÃtulosComentário sobre a Leitura BÃblica de Hoje
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Sagradas Escrituras (1569)
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1
|Jeremias 40:1|
Palabra que vino a JeremÃas del SEÑOR, después que Nabuzaradán capitán de la guardia le envió desde Ramá, cuando le tomó estando atado con esposas entre toda la transmigración de Jerusalén y de Judá que iban cautivos a Babilonia.
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|Jeremias 40:2|
Tomó, pues, el capitán de la guardia a JeremÃas, y le dijo: El SEÑOR tu Dios habló este mal contra este lugar;
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3
|Jeremias 40:3|
y lo trajo e hizo el SEÑOR según que habÃa dicho: porque pecasteis contra el SEÑOR, y no oÃsteis su voz, por tanto os ha venido esto.
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|Jeremias 40:4|
Y ahora yo te he soltado hoy de las esposas que tenÃas en tus manos. Si te está bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo miraré por ti; mas si no te está bien venir conmigo a Babilonia, déjalo. Mira, toda la tierra está delante de ti; ve a donde mejor y más cómodo te pareciere ir.
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5
|Jeremias 40:5|
Y aun el no habÃa respondido que se volverÃa, cuando el capitán le dijo: Vuélvete a GedalÃas hijo de Ahicam, hijo de Safán, al cual el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo; o ve a donde te pareciere más cómodo ir. Y le dio el capitán de la guardia presentes y dones, y le envió.
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|Jeremias 40:6|
Y vino entonces JeremÃas a GedalÃas hijo de Ahicam, a Mizpa, y moró con él en medio del pueblo que habÃa quedado en la tierra.
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7
|Jeremias 40:7|
Y todos los prÃncipes del ejército que estaban por el campo, ellos y sus hombres, oyeron como el rey de Babilonia habÃa puesto a GedalÃas hijo de Ahicam sobre la tierra, y que le habÃa encomendado los hombres, y las mujeres, y los niños, y los pobres de la tierra; los que no fueron transportados a Babilonia,
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8
|Jeremias 40:8|
y vinieron luego a GedalÃas en Mizpa, Ismael hijo de NetanÃas, y Johanán y Jonatán hijos de Carea, y SeraÃas hijo de Tanhumet, y los hijos de Efai netofatita, y JezanÃas hijo de Maacati, ellos y su hombres.
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9
|Jeremias 40:9|
Y les juró GedalÃas hijo de Ahicam, hijo de Safán, a ellos y a sus hombres, diciendo: No tengáis temor de servir a los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y tendréis bien.
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10
|Jeremias 40:10|
Y veis aquà que yo habito en Mizpa, para estar delante de los caldeos que vendrán a nosotros; mas vosotros, coged el vino, y el pan, y el aceite, y ponedlo en vuestros almacenes, y quedaos en vuestras ciudades que habéis tomado.
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23 de novembro LAB 693
AJUDANDO OS MAIS FRACOS
1CorÃntios 08-10
Quando as pessoas lêem 1CorÃntios 10:25 e pensam que Paulo está abolindo as leis de saúde, na realidade, estão enganadas. Biblicamente, assim como a carne de porco não era comestÃvel há milênios atrás, não é também, até hoje. Para entender isto, é importante ler todo o contexto. Por isso, a leitura de hoje é toda, um assunto só.
Estudando o contexto deste texto podemos facilmente identificar o assunto do qual Paulo estava tratando na ocasião. O versÃculo 28 e bem assim todo o contexto, desde o verso 14 e também todo o capÃtulo 8, esclarecem que o assunto trata exclusivamente de carnes oferecidas a Ãdolos. Não se fala aqui das espécies de carnes, mas sim das que haviam sido oferecidas aos Ãdolos antes de irem para o açougue. Todavia, nem sempre a carne era previamente sacrificada. Isso, o presente texto nos dá a entender com bastante clareza, pois diz Paulo: ‘sem nada perguntardes por escrúpulos de consciência’. (Versão P. Rohden).
Se toda carne fosse sempre oferecida aos deuses antes de ir para o mercado, ninguém precisava ter dúvidas; mas como o não era, e mesmo porque não havia importância em saber, o crente não tinha necessidade de perguntar coisa alguma. Paulo não diz aqui que não deviam perguntar para saber de que espécie era a carne, se deste ou aquele animal, porque isto, naturalmente, não estava em questão. Não tinham razão para perguntar, a não ser que fossem advertidos por alguém.
Ademais, não se precisavam manter esses escrúpulos, porque, ‘quanto ao comer das coisas sacrificadas aos Ãdolos’, disse Paulo, ‘sabemos que o Ãdolo nada é no mundo, e que não há outro Deus, senão um só’ (cap.8:4). Ninguém precisava preocupar-se com isto porque os Ãdolos, nada sendo senão matéria inanimada, também não podiam influir na carne. E além disto, antes de comê-la, se pedia sobre ela a bênção de Deus. Verso 30; 1Tim. 4:5. Mas, se alguém tinha dúvidas, a advertência era a de Rom. 14:23. Também, se alguém advertia ao crente, dizendo-lhe que aquela carne havia sido sacrificada aos Ãdolos, então ele, por amor à consciência, daquele que o advertia, não devia comer.
Compreende-se claramente que Paulo, em todos esses versÃculos, põe em relevo o mal de comer para escândalo dos fracos. (1Cor. 8:12; 10:31).
Não que houvesse mal em usar das carnes sacrificadas aos Ãdolos, quer adquirindo-os nos açougues, quer comendo-as na casa de um gentio, porque os Ãdolos nada são; o que se condenava era o errôneo procedimento de alguns crentes, que ainda costumavam ir aos templos pagãos e ali banquetear-se, em suas mesas, com os sacrifÃcios feitos em honra aos deuses.
Valdeci Júnior
Fátima Silva