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Biblia de Jerusalén (1976) -
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|Cantares 6:4|
Hermosa eres, amiga mía, como Tirsá, encantadora, como Jerusalén, imponente como batallones.
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|Cantares 6:5|
Retira de mí tus ojos, que me subyugan. Tu melena cual rebaño de cabras que ondulan por el monte Galaad.
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|Cantares 6:6|
Tus dientes, un rebaño de ovejas, que salen de bañarse. Todas tienen mellizas, y entre ellas no hay estéril.
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|Cantares 6:7|
Tus mejillas, como cortes de granada a través de tu velo.
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|Cantares 6:8|
Sesenta son las reinas, ochenta las concubinas, (e innumerables las doncellas).
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|Cantares 6:9|
Única es mi paloma, mi perfecta. Ella, la única de su madre, la preferida de la que la engendró. Las doncellas que la ven la felicitan, reinas y concubinas la elogian:
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|Cantares 6:10|
«¿Quién es ésta que surge cual la aurora, bella como la luna, refulgente como el sol, imponente como batallones?»
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|Cantares 6:11|
Al nogueral había yo bajado para ver la floración del valle, a ver si la vid estaba en cierne, y si florecían los granados.
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|Cantares 6:12|
¡Sin saberlo, mi deseo me puso en los carros de Aminadib!
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|Cantares 7:1|
¡Vuelve, vuelve, Sulamita, vuelve, vuelve, que te miremos! ¿Por qué miráis a la Sulamita, como en una danza de dos coros?
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Sugerencias
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