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									 Biblia de Jerusalén (1976) Biblia de Jerusalén (1976)
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									1
									 
									 
									|2 Corintios 1:1|
									Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya;									
     
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									2
									 
									 
									|2 Corintios 1:2|
									a vosotros gracia y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo.									
     
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									3
									 
									 
									|2 Corintios 1:3|
									¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de los misericordias y Dios de toda consolación,									
     
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									4
									 
									 
									|2 Corintios 1:4|
									que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!									
     
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									5
									 
									 
									|2 Corintios 1:5|
									Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda también por Cristo nuestra consolación.									
     
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									6
									 
									 
									|2 Corintios 1:6|
									Si somos atribulados, lo somos para consuelo y salvación vuestra; si somos consolados, lo somos para el consuelo vuestro, que os hace soportar con paciencia los mismos sufrimientos que también nosotros soportamos.									
     
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									7
									 
									 
									|2 Corintios 1:7|
									Es firme nuestra esperanza respecto de vosotros; pues sabemos que, como sois solidarios con nosotros en los sufrimientos, así lo seréis también en la consolación.									
     
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									8
									 
									 
									|2 Corintios 1:8|
									Pues no queremos que lo ignoréis, hermanos: la tribulación sufrida en Asia nos abrumó hasta el extremo, por encima de nuestras fuerzas, hasta tal punto que perdimos la esperanza de conservar la vida.									
     
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									9
									 
									 
									|2 Corintios 1:9|
									Pues hemos tenido sobre nosotros mismos la sentencia de muerte, para que no pongamos nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos.									
     
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									10
									 
									 
									|2 Corintios 1:10|
									El nos libró de tan mortal peligro, y nos librará; en él esperamos que nos seguirá librando,									
     
 
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				- Sugerencias 
 

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