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Biblia de Jerusalén (1976)
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|2 Corintios 3:10|
Pues en este aspecto, no era gloria aquella glorificación en comparación de esta gloria sobreeminente.
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|2 Corintios 3:11|
Porque si aquello, que era pasajero, fue glorioso, ¡cuánto más glorioso será lo permanente!
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|2 Corintios 3:12|
Teniendo, pues, esta esperanza, hablamos con toda valentía,
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|2 Corintios 3:13|
y no como Moisés, que se ponía un velo sobre su rostro para impedir que los israelitas vieran el fin de lo que era pasajero...
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|2 Corintios 3:14|
Pero se embotaron sus inteligencias. En efecto, hasta el día de hoy perdura ese mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento. El velo no se ha levantado, pues sólo en Cristo desaparece.
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|2 Corintios 3:15|
Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones.
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|2 Corintios 3:16|
Y cuando se convierte al Señor, se arranca el velo.
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|2 Corintios 3:17|
Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.
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|2 Corintios 3:18|
Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu.
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1
|2 Corintios 4:1|
Por esto, misericordiosamente investidos de este ministerio, no desfallecemos.
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Sugerencias
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