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Biblia de Jerusalén (1976)
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|Juan 7:37|
El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba
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|Juan 7:38|
el que crea en mí», como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva.
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|Juan 7:39|
Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado.
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|Juan 7:40|
Muchos entre la gente, que le habían oído estas palabras, decían: «Este es verdaderamente el profeta.»
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|Juan 7:41|
Otros decían: «Este es el Cristo.» Pero otros replicaban: «¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo?
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|Juan 7:42|
¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?»
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|Juan 7:43|
Se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de él.
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|Juan 7:44|
Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano.
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|Juan 7:45|
Los guardias volvieron donde los sumos sacerdotes y los fariseos. Estos les dijeron: «¿Por qué no le habéis traído?»
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|Juan 7:46|
Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre.»
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Sugerencias
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