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Nueva Versión Internacional -
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|Neemias 5:5|
Y aunque nosotros y nuestros hermanos somos de la misma sangre, y nuestros hijos y los suyos son iguales, a nosotros nos ha tocado vender a nuestros hijos e hijas como esclavos. De hecho, hay hijas nuestras sirviendo como esclavas, y no podemos rescatarlas, puesto que nuestros campos y viñedos están en poder de otros».
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|Neemias 5:6|
Cuando oà sus palabras de protesta, me enojé muchÃsimo.
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|Neemias 5:7|
Y, después de reflexionar, reprendà a los nobles y gobernantes: ―¡Es inconcebible que sus propios hermanos les exijan el pago de intereses! Convoqué además una gran asamblea contra ellos,
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|Neemias 5:8|
y allà les recriminé: ―Hasta donde nos ha sido posible, hemos rescatado a nuestros hermanos judÃos que fueron vendidos a los paganos. ¡Y ahora son ustedes quienes venden a sus hermanos, después de que nosotros los hemos rescatado! 7 Todos se quedaron callados, pues no sabÃan qué responder.
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|Neemias 5:9|
Yo añadÃ: ―Lo que están haciendo ustedes es incorrecto. ¿No deberÃan mostrar la debida reverencia a nuestro Dios y evitar asà el reproche de los paganos, nuestros enemigos?
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|Neemias 5:10|
Mis hermanos y mis criados, y hasta yo mismo, les hemos prestado dinero y trigo. Pero ahora, ¡quitémosles esa carga de encima!
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|Neemias 5:11|
Yo les ruego que les devuelvan campos, viñedos, olivares y casas, y también el uno por ciento de la plata, del trigo, del vino y del aceite que ustedes les exigen.
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|Neemias 5:12|
―Está bien —respondieron ellos—, haremos todo lo que nos has pedido. Se lo devolveremos todo, sin exigirles nada. Entonces llamé a los sacerdotes, y ante estos les hice jurar que cumplirÃan su promesa.
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|Neemias 5:13|
Luego me sacudà el manto y afirmé: ―¡Asà sacuda Dios y arroje de su casa y de sus propiedades a todo el que no cumpla esta promesa! ¡Asà lo sacuda Dios y lo deje sin nada! Toda la asamblea respondió: ―¡Amén! Y alabaron al SEÑOR, y el pueblo cumplió lo prometido.
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|Neemias 5:14|
Desde el año veinte del reinado de Artajerjes, cuando fui designado gobernador de la tierra de Judá, hasta el año treinta y dos, es decir, durante doce años, ni mis hermanos ni yo utilizamos el impuesto que me correspondÃa como gobernador.
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