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									 Biblia de Jerusalén (1976) Biblia de Jerusalén (1976)
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									21
									 
									 
									|Deuteronomio 2:21|
									pueblo grande, numeroso y corpulento como los anaquitas; Yahveh los exterminó ante los ammonitas, que los desalojaron y se establecieron en su lugar;									
     
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									22
									 
									 
									|Deuteronomio 2:22|
									así había hecho también en favor de los hijos de Esaú, que habitaban en Seír, exterminando delante de ellos a los joritas; aquéllos los desalojaron y se establecieron en su lugar hasta el día de hoy.									
     
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									23
									 
									 
									|Deuteronomio 2:23|
									Y también a los avitas, que habitan en los campos hasta Gaza; los kaftoritas, venidos de Kaftor, los exterminaron y se establecieron en su lugar).									
     
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									24
									 
									 
									|Deuteronomio 2:24|
									Levantaos, partid y pasad el torrente Arnón. Mira, yo pongo en tus manos a Sijón, el amorreo, rey de Jesbón, y todo su país. Comienza la conquista; provócale al combate.									
     
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									25
									 
									 
									|Deuteronomio 2:25|
									Desde hoy comienzo a infundir terror y miedo de ti entre todos los pueblos que hay debajo del cielo: al tener noticia de tu llegada temblarán todos y se estremecerán.»									
     
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									26
									 
									 
									|Deuteronomio 2:26|
									Del desierto de Quedemot envié mensajeros a Sijón, rey de Jesbón, con estas palabras de paz:									
     
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									27
									 
									 
									|Deuteronomio 2:27|
									«Voy a pasar por tu país; seguiré el camino sin desviarme a derecha ni a izquierda.									
     
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									28
									 
									 
									|Deuteronomio 2:28|
									La comida que coma véndemela por dinero, el agua que beba dámela por dinero; sólo deseo pasar a pie,									
     
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									29
									 
									 
									|Deuteronomio 2:29|
									como me han dejado los hijos de Esaú que habitan en Seír y los moabitas que habitan en Ar, hasta cruzar el Jordán para ir hacia la tierra que nos da Yahveh nuestro Dios.»									
     
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									30
									 
									 
									|Deuteronomio 2:30|
									Pero Sijón, rey de Jesbón, no quiso dejarnos pasar por allí porque Yahveh tu Dios le había empedernido el espíritu y endurecido el corazón, a fin de entregarle en tus manos, como lo está todavía hoy.									
     
 
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