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									 Biblia de Jerusalén (1976) Biblia de Jerusalén (1976)
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									1
									 
									 
									|Génesis 48:1|
									Sucedió tras esto que se le dijo a José: «Mira que tu padre está malo.» Entonces él tomó consigo a sus dos hijos Manasés y Efraím,									
     
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									2
									 
									 
									|Génesis 48:2|
									y se hizo anunciar a Jacob: «Tu hijo José ha venido a verte.» Entonces Israel, haciendo un esfuerzo, se sentó en su lecho.									
     
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									3
									 
									 
									|Génesis 48:3|
									Dijo Jacob a José: «El Saday se me apareció en Luz, en país cananeo; me bendijo									
     
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									4
									 
									 
									|Génesis 48:4|
									y me dijo: “Mira, yo haré que seas fecundo y que te multipliques; haré de ti una asamblea de pueblos, y daré esta tierra a tu posteridad en propiedad eterna.”									
     
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									5
									 
									 
									|Génesis 48:5|
									Pues bien, los dos hijos tuyos que te nacieron en Egipto antes de venir yo a Egipto a reunirme contigo, míos son: Efraím y Manasés, igual que Rubén y Simeón, serán míos.									
     
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									6
									 
									 
									|Génesis 48:6|
									En cuanto a la prole que has engendrado después de ellos, tuya será y con el apellido de sus demás hermanos se la citará en orden a la herencia.									
     
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									7
									 
									 
									|Génesis 48:7|
									Cuando yo venía de Paddán se me murió en el camino Raquel, tu madre, en el país de los cananeos, a poco trecho para llegar a Efratá, y allí la sepulté, en el camino de Efratá, o sea Belén.»									
     
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									8
									 
									 
									|Génesis 48:8|
									Vio Israel a los hijos de José y preguntó: «¿Quiénes son éstos?»									
     
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									9
									 
									 
									|Génesis 48:9|
									Dijo José a su padre: «Son mis hijos, los que me ha dado Dios aquí.» Y él dijo: «Tráemelos acá, que yo les bendiga.»									
     
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									10
									 
									 
									|Génesis 48:10|
									Los ojos de Jacob se habían nublado por la vejez y no podía ver. Acercóselos, pues, y él los besó y los abrazó.									
     
 
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