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   Biblia de Jerusalén (1976)									 - 
									
									 
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									26
									 
									 
									|Marcos 8:26|
									Y le envió a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo.»									
									    
								 
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									27
									 
									 
									|Marcos 8:27|
									Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»									
									    
								 
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									28
									 
									 
									|Marcos 8:28|
									Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.»									
									    
								 
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									29
									 
									 
									|Marcos 8:29|
									Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo.»									
									    
								 
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									30
									 
									 
									|Marcos 8:30|
									Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.									
									    
								 
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									31
									 
									 
									|Marcos 8:31|
									Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días.									
									    
								 
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									32
									 
									 
									|Marcos 8:32|
									Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.									
									    
								 
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									33
									 
									 
									|Marcos 8:33|
									Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»									
									    
								 
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									34
									 
									 
									|Marcos 8:34|
									Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.									
									    
								 
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									35
									 
									 
									|Marcos 8:35|
									Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.									
									    
								 
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Sugerencias
 

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