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Biblia de Jerusalén (1976)
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|1 Timoteo 3:1|
Es cierta esta afirmación: Si alguno aspira al cargo de epíscopo, desea una noble función.
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2
|1 Timoteo 3:2|
Es, pues, necesario que el epíscopo sea irreprensible, casado una sola vez, sobrio, sensato, educado, hospitalario, apto para enseñar,
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3
|1 Timoteo 3:3|
ni bebedor ni violento, sino moderado, enemigo de pendencias, desprendido del dinero,
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4
|1 Timoteo 3:4|
que gobierne bien su propia casa y mantenga sumisos a sus hijos con toda dignidad;
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5
|1 Timoteo 3:5|
pues si alguno no es capaz de gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios?
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6
|1 Timoteo 3:6|
Que no sea neófito, no sea que, llevado por la soberbia, caiga en la misma condenación del Diablo.
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7
|1 Timoteo 3:7|
Es necesario también que tenga buena fama entre los de fuera, para que no caiga en descrédito y en las redes del Diablo.
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8
|1 Timoteo 3:8|
También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios;
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9
|1 Timoteo 3:9|
que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura.
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10
|1 Timoteo 3:10|
Primero se les someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos.
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Sugerencias
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