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Biblia de Jerusalén (1976)
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31
|Lucas 8:31|
Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo.
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32
|Lucas 8:32|
Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte; y le suplicaron que les permitiera entrar en ellos; y se lo permitió.
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33
|Lucas 8:33|
Salieron los demonios de aquel hombre y entraron en los puercos; y la piara se arrojó al lago de lo alto del precipicio, y se ahogó.
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34
|Lucas 8:34|
Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas.
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35
|Lucas 8:35|
Salieron, pues, a ver lo que había ocurrido y, llegando donde Jesús, encontraron al hombre del que habían salido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús; y se llenaron de temor.
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36
|Lucas 8:36|
Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.
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37
|Lucas 8:37|
Entonces toda la gente del país de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. El, subiendo a la barca, regresó.
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38
|Lucas 8:38|
El hombre de quien habían salido los demonios, le pedía estar con él; pero le despidió, diciendo:
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39
|Lucas 8:39|
«Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo.» Y fue por toda la ciudad proclamando todo lo que Jesús había hecho con él.
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40
|Lucas 8:40|
Cuando regresó Jesús, le recibió la muchedumbre, pues todos le estaban esperando.
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Sugerencias
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