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Biblia de Jerusalén (1976)
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23
|Lucas 9:23|
Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
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24
|Lucas 9:24|
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará.
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25
|Lucas 9:25|
Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?
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26
|Lucas 9:26|
Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles.
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27
|Lucas 9:27|
«Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios.»
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28
|Lucas 9:28|
Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar.
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29
|Lucas 9:29|
Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante,
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30
|Lucas 9:30|
y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías;
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31
|Lucas 9:31|
los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.
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32
|Lucas 9:32|
Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
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Sugerencias
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