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									 Biblia de Jerusalén (1976) Biblia de Jerusalén (1976)
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									1
									 
									 
									|Isaías 34:1|
									Acercaos, naciones, a oír, atended, pueblos; oiga la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y cuanto en él brota, 									
     
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									2
									 
									 
									|Isaías 34:2|
									que ira tiene Yahveh contra todas las naciones, y cólera contra todas sus mesnadas. Las ha anatematizado, las ha entregado a la matanza.									
     
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									3
									 
									 
									|Isaías 34:3|
									Sus heridos yacen tirados, de sus cadáveres sube el hedor, y sus montes chorrean sangre; 									
     
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									4
									 
									 
									|Isaías 34:4|
									se esfuma todo el ejército de los cielos. Se enrollan como un libro los cielos, y todo su ejército palidece como palidece el sarmiento de la cepa, como una hoja mustia de higuera.									
     
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									5
									 
									 
									|Isaías 34:5|
									Porque se ha emborrachado en los cielos mi espada; ya desciende sobre Edom y sobre el pueblo de mi anatema para hacer justicia. 									
     
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									6
									 
									 
									|Isaías 34:6|
									La espada de Yahveh está llena de sangre, engrasada de sebo, de sangre de carneros y machos cabríos, de sebo de riñones de carneros, porque tiene Yahveh un sacrificio en Bosrá, y gran matanza en Edom. 									
     
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									7
									 
									 
									|Isaías 34:7|
									En vez de búfalos caerán pueblos, y en vez de toros un pueblo de valientes. Se emborrachará su tierra con sangre, y su polvo será engrasado de sebo. 									
     
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									8
									 
									 
									|Isaías 34:8|
									Porque es día de venganza para Yahveh, año de desquite del defensor de Sión.									
     
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									9
									 
									 
									|Isaías 34:9|
									Se convertirán sus torrentes en pez, su polvo en azufre, y se hará su tierra pez ardiente. 									
     
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									10
									 
									 
									|Isaías 34:10|
									Ni de noche ni de día se apagará, por siempre subirá el humo de ella. De generación en generación quedará arruinada, y nunca jamás habrá quien pase por ella. 									
     
 
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