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									 Biblia de Jerusalén (1976) Biblia de Jerusalén (1976)
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									1
									 
									 
									|Isaías 47:1|
									Baja, siéntate en el polvo, virgen, hija de Babel! ¡Siéntate en tierra, destronada, hija de los caldeos! Ya no se te volverá a llamar la dulce, la exquisita. 									
     
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									2
									 
									 
									|Isaías 47:2|
									Toma el molino y muele la harina. Despójate de tu velo, descubre la cola de tu vestido, desnuda tus piernas y vadea los ríos. 									
     
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									3
									 
									 
									|Isaías 47:3|
									Descubre tu desnudez y se vean tus vergüenzas. Voy a vengarme y nadie intervendrá.									
     
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									4
									 
									 
									|Isaías 47:4|
									Nuestro redentor, cuyo nombre es Yahveh Sebaot, el Santo de Israel, dice: 									
     
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									5
									 
									 
									|Isaías 47:5|
									Siéntate en silencio y entra en la tiniebla, hija de los caldeos, que ya no se te volverá a llamar señora de reinos.									
     
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									6
									 
									 
									|Isaías 47:6|
									Irritado estaba yo contra mi pueblo, había profanado mi heredad y en tus manos los había entregado; pero tú no tuviste piedad de ellos; hiciste caer pesadamente tu yugo sobre el anciano. 									
     
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									7
									 
									 
									|Isaías 47:7|
									Tú decías: «Seré por siempre la señora eterna.» No has meditado esto en tu corazón no te has acordado de su fin.									
     
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									8
									 
									 
									|Isaías 47:8|
									Pero ahora, voluptuosa, escucha esto, tú que te sientas en seguro y te dices en tu corazón: «¡Yo, y nadie más! No seré viuda, ni sabré lo que es carecer de hijos.» 									
     
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									9
									 
									 
									|Isaías 47:9|
									Estas dos desgracias vendrán sobre ti en un instante, en el mismo día. Carencia de hijos y viudez caerán súbitamente sobre ti, a pesar de tus numerosas hechicerías y del poder de tus muchos sortilegios.									
     
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									10
									 
									 
									|Isaías 47:10|
									Te sentías segura en tu maldad, te decías: «Nadie me ve.» Tu sabiduría y tu misma ciencia te han desviado. Dijiste en tu corazón: «¡Yo, y nadie más!» 									
     
 
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