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Biblia de Jerusalén (1976)
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15
|Romanos 8:15|
Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!
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16
|Romanos 8:16|
El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.
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17
|Romanos 8:17|
Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados.
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18
|Romanos 8:18|
Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros.
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19
|Romanos 8:19|
Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios.
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20
|Romanos 8:20|
La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza
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21
|Romanos 8:21|
de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
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22
|Romanos 8:22|
Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto.
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23
|Romanos 8:23|
Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo.
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24
|Romanos 8:24|
Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve?
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Sugerencias
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