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Biblia de Jerusalén (1976) -
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|Jeremías 22:21|
Te había hablado en tu prosperidad. Dijiste: «No oigo.» Tal ha sido tu costumbre desde tu mocedad, nunca oíste mi voz.
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22
|Jeremías 22:22|
A todos tus pastores les pastoreará el viento, y tus amantes cautivos irán. Entonces sí que estarás avergonzada y confusa de toda tu malicia.
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23
|Jeremías 22:23|
Tú, que te asentabas en el Líbano, que anidabas en los cedros, ¡cómo suspirarás, en viniéndote los dolores, el trance como de parturienta!
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24
|Jeremías 22:24|
Por mi vida - oráculo de Yahveh -, aunque fuese Konías, el hijo de Yoyaquim, rey de Judá, un sello en mi mano diestra, de allí te arrancaría.
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|Jeremías 22:25|
Yo te pondré en manos de los que buscan tu muerte, y en manos de los que te atemorizan: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos;
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|Jeremías 22:26|
y te arrojaré a ti y a la madre que te engendró a otra tierra donde no habéis nacido, y allí moriréis.
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|Jeremías 22:27|
Pero a la tierra a donde anhelan volver, no volverán.
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|Jeremías 22:28|
¿Es algún trasto despreciable, roto, este individuo, Konías?; ¿quizá un objeto sin interés? Pues entonces, ¿por qué han sido arrojados él y su prole, y echados a una tierra, que no conocían?
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|Jeremías 22:29|
¡Tierra, tierra, tierra! oye la palabra de Yahveh.
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30
|Jeremías 22:30|
Así dice Yahveh: Inscribid a este hombre: «Un sin hijos, un fracasado en la vida»; porque ninguno de su descendencia tendrá la suerte de sentarse en el trono de David y de ser jamás señor en Judá.
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Sugerencias
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