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Biblia de Jerusalén (1976)
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14
|Jeremías 8:14|
- «¿Por qué nos quedamos tranquilos? ¡Juntaos, vamos a las plazas fuertes para enmudecer allí, pues Yahveh nuestro Dios nos hace morir y nos propina agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh!
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15
|Jeremías 8:15|
Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se presenta el miedo.
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16
|Jeremías 8:16|
Desde Dan se deja oír. el resuello de sus caballos. Al relincho sonoro de sus corceles tembló la tierra toda. Vendrán y comerán el país y sus bienes, la ciudad y sus habitantes.»
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17
|Jeremías 8:17|
- Sí, he aquí que yo envío contra vosotros sierpes venenosas contra las que no existe encantamiento, y os picarán - oráculo de Yahveh -.
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18
|Jeremías 8:18|
Sin remedio el dolor me acomete, el corazón me falla;
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19
|Jeremías 8:19|
he aquí el grito lastimero de la hija de mi pueblo desde todos los rincones del país: «¿No está Yahveh en Sión? ¿su Rey no mora ya en ella? (¿Por qué me han irritado con sus ídolos, con esas Vanidades traídas del extranjero?)
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20
|Jeremías 8:20|
La siega pasó, el verano acabó, mas nosotros no estamos a salvo.»
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21
|Jeremías 8:21|
Me duele el quebranto de la hija de mi pueblo; estoy abrumado, el pánico se apodera de mí.
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22
|Jeremías 8:22|
¿No hay sandáraca en Galaad?, ¿no quedan médicos allí? Pues ¿cómo es que no llega el remedio para la hija de mi pueblo?
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|Jeremías 8:23|
¡Quién convirtiera mi cabeza en llanto, mis ojos en manantial de lágrimas para llorar día y noche a los muertos de la hija de mi pueblo!
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Sugerencias
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