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									 Biblia de Jerusalén (1976) Biblia de Jerusalén (1976)
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									22
									 
									 
									|Jeremías 2:22|
									Porque, así te blanquees con salitre y te des cantidad de lejía, se te nota la culpa en mi presencia - oráculo del Señor Yahveh -. 									
     
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									23
									 
									 
									|Jeremías 2:23|
									Cómo dices: «No estoy manchada; en pos de los Baales no anduve?» ¡Mira tu rastro en el Valle! Reconoce lo que has hecho, camellita liviana que trenza sus derroteros, 									
     
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									24
									 
									 
									|Jeremías 2:24|
									irrumpe en el desierto y en puro celo se bebe los vientos: su estro, ¿quién lo calmará? Cualquiera que la busca la topa, ¡bien acompañada la encuentra! 									
     
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									25
									 
									 
									|Jeremías 2:25|
									Guarda tu pie de la descalcez y tu garganta de la sed. Pero tú dices: «No hay remedio: a mí me gustan los extranjeros, y tras ellos he de ir.»									
     
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									26
									 
									 
									|Jeremías 2:26|
									Cual se avergüenza el ladrón cuando es sorprendido, así se ha avergonzado la casa de Israel: ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y sus profetas, 									
     
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									27
									 
									 
									|Jeremías 2:27|
									los que dicen al madero: «Mi padre eres tú», y a la piedra: «Tú me diste a luz.» Tras de volverme la espalda, que no la cara, al tiempo de su mal dice: «¡Levántate y sálvanos!» 									
     
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									28
									 
									 
									|Jeremías 2:28|
									Pues ¿dónde están tus dioses, los que tú mismo te hiciste? ¡Que se levanten ellos, a ver si te salvan en tiempo de desgracia! Pues cuantas son tus ciudades, otros tantos son tus dioses, Judá; (y cuantas calles cuenta Jerusalén, otros tantos altares hay de Baal). 									
     
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									29
									 
									 
									|Jeremías 2:29|
									¿Por qué os querelláis conmigo, si todos vosotros os habéis rebelado contra mí? - oráculo de Yahveh -. 									
     
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									30
									 
									 
									|Jeremías 2:30|
									En vano golpeé a vuestros hijos, pues no aprendieron. Ha devorado vuestra espada a vuestos profetas, como el león cuando estraga. 									
     
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									31
									 
									 
									|Jeremías 2:31|
									¡Vaya generación la vuestra!; atended a la palabra de Yahveh: ¿Fui yo un desierto para Israel o una tierra malhadada? ¿Por qué, entonces, dice mi pueblo: «¡Bajemos! No vendremos más a ti.»? 									
     
 
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