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 Leer por capítulos:
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									 Biblia de Jerusalén (1976) Biblia de Jerusalén (1976)
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									32
									 
									 
									|Jeremías 2:32|
									¿Se olvida la doncella de su aderezo, la novia de su cinta? Pues mi pueblo sí que me ha olvidado días sin número.									
     
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									33
									 
									 
									|Jeremías 2:33|
									¡Qué hermoso te parece tu camino en busca del amor! A la verdad, hasta con maldades aprendiste tus caminos. 									
     
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									34
									 
									 
									|Jeremías 2:34|
									En tus mismas haldas se encontraban manchas de sangre de las almas de pobres inocentes: no los sorprendiste en escalo. Y con todo eso, 									
     
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									35
									 
									 
									|Jeremías 2:35|
									dices: «Soy inocente; basta ya de ira contra mí.» Pues bien, aquí me tienes para discutir contigo eso que has dicho: «No he pecado.»									
     
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									36
									 
									 
									|Jeremías 2:36|
									¡Cuánta ligereza la tuya para cambiar de dirección! También de Egipto te avergonzarás como te avergonzaste de Asur. 									
     
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									37
									 
									 
									|Jeremías 2:37|
									También de ésta saldrás con las manos en la cabeza. Porque Yahveh ha rechazado aquello en que confías, y no saldrás bien de ello.									
     
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									1
									 
									 
									|Jeremías 3:1|
									«Supongamos que despide un marido a su mujer; ella se va de su lado y es de otro hombre: ¿podrá volver a él? ¿no sería como una tierra manchada?» Pues bien, tú has fornicado con muchos compañeros, ¡y vas a volver a mí! - oráculo de Yahveh -. 									
     
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									2
									 
									 
									|Jeremías 3:2|
									Alza los ojos a los calveros y mira: ¿en dónde no fuiste gozada? A la vera de los caminos te sentabas para ellos, como el árabe en el desierto, y manchaste la tierra con tus fornicaciones y malicia. 									
     
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									3
									 
									 
									|Jeremías 3:3|
									Se suspendieron las lloviznas de otoño, y faltó lluvia tardía; pero tú tenías rostro de mujer descarada, rehusaste avergonzarte. 									
     
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									4
									 
									 
									|Jeremías 3:4|
									¿Es que entonces mismo no me llamabas: «Padre mío; el amigo de mi juventud eres tú?; 									
     
 
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